Via: Rosalía Sánchez abc.es. 01/02/2018. Primera hora de la mañana. Fachada de cualquier colegio urbano europeo. Coches aparcados en doble y triple fila. Niños adormilados que abandonan los vehículos arrastrando sus mochilas con la mirada fija en el suelo. «Es un error fatal, se hace un gran daño a los niños», explica la psicóloga Jessica Westman, de la Universidad de Karlstad, «es muy necesario que los padres repiensen el camino a la escuela de sus hijos y los efectos que este tiene en las aulas».

Psicólogos alemanes alertan de que los «padres taxi» están creando la generación «asiento de atrás»

Westman habla de una horda de «padres taxi» que está dando lugar a una «generación asiento de atrás» y les culpa de estar educando a los niños en la pasividad, en la incapacidad para valerse por sí mismos y en el segundo plano. «Cuando un niño sale de casa para ir caminando o en transporte público al colegio, tomas las riendas de su día, adopta una actitud que le acompañará durante toda la jornada y que no se genera en el asiento trasero de un coche», explica, «ahí lo que se cultiva más bien es la mentalidad de paquete».

Estas rotundas afirmaciones están basadas en un estudio realizado a niños de la 4º, 6º y 8º curso, de entre 10 y 15 años, que ha demostrado que los chicos a los que sus padres llevan en coche al colegio están «más cansados» a lo largo del día, muestran un comportamiento «más pasivo» y una «menor confianza en sí mismos».

«Los niños que van por su propio pie al colegio, ya sea caminando o en transporte público, adquieren un mayor dominio de su entorno y del medio. Incluso en el bus escolar tienen la posibilidad de ir interactuando con otros compañeros, entrenando habilidades sociales y compartiendo experiencias. Pero los que van en el asiento de atrás no tienen esa oportunidad de integración en el grupo, de modo que a menudo, una vez en el colegio, no sienten que están verdaderamente dentro y son más individualistas, logran menos éxito social. Son menos independientes y se sienten menos seguros».

Los resultados del estudio no excluyen a niños que deben atravesar zonas de mucho tráfico o que encierren diversos peligros. «Ese es un típico pensamiento de los padres taxi», reprocha Klaus Seifried, otro psicólogo que comenta el estudio. «Están proyectando sus propias inseguridades sobre sus hijos y terminan llevándolos en el asiento de atrás hasta los 16 años». Wetman, todavía más dura, señala que a menudo hay, tras el viaje al colegio en coche, motivos de comodidad. «Piensan que así pueden dormir todos unos minutos más», regaña, «y a cambio de eso, les privan de múltiples posibilidades de desarrollo personal».

En los años 70, en un país plenamente motorizado, el 90% de los estudiantes de primaria iban al colegio por su cuenta en Alemania, mientras que según una encuesta realizada por Forsa en 2012, uno de cada dos disfruta de papá o mamá chófer en la actualidad, independientemente de si vive más o menos lejos del centro educativo. «Es un exceso de control que los chicos pagan muy caro. Piensen que los chicos crean sus propios grupos durante el traslado, lo que da la oportunidad de compartir, de contar historias, de tener secretos, de explorar juntos desvíos, patios traseros, de tocar clandestinamente el timbre de algún vecino o de hacer una parada en el kiosco… toda una vida», señala Westman, «mientras que los padres taxi están haciendo calar en la mentalidad de sus hijos un mensaje muy peligroso: no confío en ti solo en el mundo, no puedes lograrlo».

La asociación alemana de conductores ADAC se pone de parte de estos psicólogos escolares y en contra del taxi parental e informa que «los niños adquieren una mejor experiencia del tráfico y desarrollan un mejor sentido de las situaciones peligrosas si se trasladan de forma independiente al colegio», señalando que el asiento de atrás del automóvil no es fuente de educación vial, sino que forma en la pasividad y rebaja los niveles de alerta.

¿Y los padres que, por diversos motivos, se ven realmente obligados a llevar a sus hijos en automóvil al colegio? «Mi consejo sería subir el volumen de la música, hacer el trayecto cantando con los chicos las canciones que escuchan los adolescentes. Divertirse, jugar, bromear… esas primeras impresiones del día permanecen en los chicos durante toda la jornada así que lo mejor es que quede una impresión positiva y de confianza. Mejor no sermonear en el coche, hablen de las cosas serias por la noche, durante la comida juntos, pero no en el camino al colegio, donde la autoestima escolar puede ser dañada».